Religión

AUSCHWITZ

Fue un campo de concentración situado en el estede Cracovia. Este centro fue construido tras la invasión de Polonia por parte de Alemania. Las víctimas eran tanto polacos, como soviéticos, gitanos, prisioneros de guerra, pero sobre todo judíos. Actualmente es Patrimonio de la Humanidad debido a su simbolismo con el holocausto.



VIDA EN EL CAMPO

Los prisioneros llegaban en trenes y eran seleccionados por los médicos. Tras entrar en una cola de trabajo, eran tatuados con un número de registro para su identificación.
Los presos trabajaban al menos 11 horas por día haciendo todo tipo de armas para impulsar el avance nazi. Aunque no hay cifras oficiales, muchos morían de fatiga durante el trabajo.
La cocina de campaña preparaba las raciones de alimentos tres veces al día, que generalmente incluían un pedazo de pan, café y sopa de patatas. Dependiendo de el esfuerzo físico la dieta diaria era de entre 1300 y 1700 calorías al día. Después de unas semanas, esta dieta conducía al agotamiento de hambre, el deterioro del cuerpo e incluso la muerte.
En Auschwitz, cerca de 20.000 presos dormían en las salas de ladrillo. Como no había suficiente espacio, los presos se amontonaban unos encima de otros para dormir. No había baños o calefacción, lo que produjo hipotermia a algunos prisioneros durante el invierno debido a que la temperatura media era de 0ºC.

Durante el recuento de las reuniones, los presos pasaban horas en el frío, a menudo sin sus uniformes (pantalones, camisa a rayas y boina) en espera de que los nazis pudieran decidir quién sería ejecutado. Intelectuales, políticos y otras personas que se consideraban peligrosos para las revueltas eran disparados en el Muro de la Muerte. A veces eran utilizados como experimentos, esta cruel tortura supuso un gran avance biológico.
En general, el destino de los prisioneros era de 70% de la cámara de gas. La mayoría de las víctimas estaban bloqueadas en el interior desnudas. Dentro de ellos, un tubo expulsaba el ácido cianhídrico. La muerte llegaba a los 10 minutos tras una shock desde el primer minuto. Los cuerpos eran quemados a continuación. Había unas 4.765 muertes al día.

Cámara de gas






LANZA DE LONGINOS EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL



Una de las cosas de las que el mandatario nazi sentía una gran obsesión eran las reliquias debido a que, según pensaba, su poder le ayudaría a mantener en alza su imperio. Entre estas, uno de los objetos que deseaba tener entre sus manos era la Lanza de Longinos, el arma que un soldado romano clavó a Jesucristo en la cruz. Además también ansiaba otro tipo de objetos con sentido divino como el arca de la alianza.


La leyenda trataba que de para bien o para mal, el poseedor de esta lanza ganaría toda batalla, pero tendría la maldición de cuando se perdiese, al antiguo porteador le sucederían torturas que le llevarían a la muerte. Se dice que esta lanza la tenía Constantino, el primer emperador cristiano de Roma; Carlomagno, que ganó entre 30 batallas seguidas a los árabes, etc.

Hitler dio con la lanza por casualidad en 1912, cuando no era más que un pintor fracasado que intentaba vender sus acuarelas por los cafés de Viena.
Un día tuvo que entrar en el museo del Palacio Hofsburg para refugiarse de una fuerte tormenta, y allí hallaría su ambición.
Hitler quedó fascinado por el objeto y se obsesionó con su historia, la cual investigó junto a su entonces gran amigo Walter Johannes Stein, este más tarde declaró la gran ambición del gobernador. Cuando en 1938 Hitler anexionó Austria al Tercer Reich, una de sus primeras órdenes fue visitar el museo para robar la famosa lanza. Posteriormente,ordenó que la trasladaran a Nuremberg, donde fue ubicada en una iglesia que ordenó transformar en santuario nazi. Cuando Alemania fue derrotada, en varios frentes occidentales, las fuerzas aliadas bombardearon la ciudad, por lo que Hitler ordenó esconder la lanza en un búnker que había mandado construir dentro de los cimientos del Castillo de Nuremberg. El 20 de abril de 1945 el general Clark, del Ejército estadounidense, encontró la lanza y la llevó a Estados Unidos, donde el general Patton la examinó y deseó, aunque Eisenhower no se lo concedió. Más tarde la lanza se devolvió a Austria, donde fue alojada temporalmente en el Museo Kunsthistorisches y finalmente devuelta al Schatzkammer. Hitler, que en los momentos del atacque a Nuremberg se protegía en Berlín, no se enteró de la pérdida, horas después de suicidó.